RETAL DE NAVIDAD
2020 LA NAVIDAD DE LOS RECUERDOS
Ya llega la Navidad, menudo inicio de retal, ‘hoy estoy sembrada’… Y decir que este año la navidad viene cargadita de sentimientos tristes, tampoco sería nada nuevo… El Covid sigue haciendo de las suyas y nos está jodiendo de mala manera… Este lenguaje en un retal navideño no queda muy bien… lo siento.
Estos días todos estamos pegados a las noticias intentando descifrar las normas Covid, para saber si podemos juntarnos o no con nuestros seres queridos (familia y amigos). Que por cierto, no sé tú pero a mí me cuesta la vida entenderlas, y para cuando parece que las he entendido, va el gobierno y las vuelve a cambiar, ¡qué lío!.
Entre Covid y normas van pasando los días, y la Navidad está cerca, muy cerca. Muchos aprovechan las oportunidades que nos brindan estos días para hacer las compras navideñas, afortunados esos que pueden, mientras otros viven ajenos a la opulencia de quienes pueden.
Pero este retal que te traigo hoy va, como su propio título indica, de los recuerdos. Y es que tal y como se presenta el panorama, no ya español sino mundial, creo que lo mejor es que tiremos de recuerdos.
Esta mañana, sin ir más lejos, como cada mañana, a las 9h estaba delante de mi ordenador para seguir con otro proyecto que tengo entre manos. Sin embargo, algo se ha movido en mí y me ha hecho abrir una página en blanco y escribir un retal personalizado para mi familia donde he escrito un resumen de las Navidades pasadas, o lo que sería lo mismo un retal cargado de recuerdos. Ha sido terapéutico.
Después de escribirlo, me he acordado de ti, y me ha parecido bien escribirte uno a ti también, aunque no seas mi familia, seguro que entiendes lo que voy a escribir.
Mi ‘gente’ como me gusta llamar a mi familia, proviene de Andalucía, y no sé si es esa la razón de la botella de anís, o por el contrario no va de comunidades autonómicas y sí de tiempo pasado. De hecho, no sé ni si se siguen vendiendo esas botellas de anís, donde cuchillo en mano rascabas hasta que sonara el rin, rin deseado. Y es que como dice la canción: Hacia belén va una burra, rin, rin… Y junto a panderetas que se rompían por el empeño que teníamos que sonaran bien, y voces cargadas de emoción muchas de ellas por el alcohol, nos pasábamos las noches buenas y los días de Navidad cantando villancicos.
Recuerdo años en los que la Navidad era la que anunciaba tiempo de familia, amigos, buena comida hecha con mucho cariño desde el fuego del hogar y regalos. Comida casera, no como hoy en día que la gente la compra ya preparada, no. Esa que necesitaba de alguien metido en su cocina durante horas e incluso días. Y después de comer hasta reventar traían la bandeja de turrones, y como si lleváramos días sin comer, otro atracón más para el cuerpo.
Eran fechas en las que como decía el anuncio: volvía gente a casa por Navidad. Y es que te reunías con familia que no veías hacía tiempo pero a la que te apetecía un montón ver. El otro día oí en la radio que después de Navidad aumentan las visitas a los psicólogos. Pues a mí me vas a perdonar, pero si después de la Navidad hubiera tirado de psicólogo habría sido por la pena que sentía que todo se hubiera acabado.
Sí, hablo desde mi niñez y no desde la madurez, que la cosa cambia lo sé. Pero si hablo de mis recuerdos en la madurez, sigo teniendo recuerdos de reuniones con la familia, donde más de una discusión ha protagonizado la comida, o las malas caras por el retraso más que significativo de alguien al que has tenido que esperar, pero aun así después de un rato de mal rollo, volvíamos a ser felices todos juntos.
Quizá han sido valores que me enseñaron de pequeña y que a día de hoy sigo practicando. Y la verdad es como la práctica del deporte, sano al menos es.
Este año la Navidad, como te decía al principio del retal, está cargada de cosas tristes, que me niego a enumerar, seguro que sabes a qué me refiero. Pero a mí personalmente lo que más pena me da, mucha pena, vamos de esa que hace que sin quererlo me broten lágrimas por doquier, es que van a ser unas Navidades sin abrazos.
Me llegan a decir un tiempo antes que iba a vivir esta situación y mi respuesta hubiera sido que no hay que ver tanta peli de ciencia ficción. Y mira por donde aquí estamos, a las puertas de unas fiestas navideñas sin abrazos. Yo no sé tú, pero yo al menos pienso abrazar a los que puedo infinidad de veces, es un círculo pequeño pero al menos los tengo a ellos. Y si tú eres de los que no tienen, por circunstancias de la vida, a quien abrazar, te propongo que te abraces a ti mismo, yo lo hago muchas veces, e incluso me beso mogollón, estaré loca o no, pero me quiero y no quiero esconderlo.
Y como despedida de este retal, te dejo una receta que espero hagas en algún momento de estas fiestas:
RECETA DE NAVIDADES CON AMOR Y RECUERDOS
1.- Busca entre tus cosas álbumes de fotos IMPRESOS, aunque tengas que retirarles el polvo de tan poco uso que le das.
Para esta receta no busques en tu disco duro, seguro que no encuentras fotos de navidades pasadas, en aquella época no existían los HDD. Si eres joven, entonces en tu caso, puedes hacerlo…
2.- Busca en internet algún reproductor de VHS y visiona las pelis domésticas, donde ni te reconoces en ellas, te echaras unas risas aseguradas. E incluso igual llegas a momentos emotivos lagrimilla incluida.
3.- Llama a todo el mundo al que quieres, no sirve un whatsapp, e-mail o comentario en Facebook, llámalos o haz una video llamada, de manera que os sintáis más cerca.
4.- Intenta cocinar algo que requiera de algo de tu tiempo, y si tienes enanos por casa, que entren contigo en la cocina y mientras preparáis alguna receta, hablad de cosas sin importancia. Creo que en la cocina es donde se guisan las mejores conversaciones.
5.- Ahora vas a flipar… No compres demasiadas cosas, aunque tu economía te lo permita. Dedica ese tiempo libre del que seguro dispondrás a hacer algo con tus manos, y regálaselo a esa persona que te importa de verdad.
6.- Canta algún villancico, o ya que estamos, canta hasta que te quedes sin voz. ¿Por qué no? Que no sean otros los que lo hagan por ti, no pongas el Spotify durante un rato, sé tú y los tuyos los que amenicéis la fiesta con vuestras voces.
7.- Si eres de los que se les da bien las manualidades, haz tu mismo/a una postal navideña y envíala con sello de correos. Igual también recibes alguna y la puedes colgar de tu árbol. Si crees que es mejor ni intentarlo, ves a la tienda más cercana y compra una, y envíala igualmente.
Con tan solo estos ingredientes te aseguro unas navidades menos tristes. O al menos nunca podrás decir que no lo intentaste.
Nota importante de la autora:
Si esta pandemia te ha robado a un ser querido. O tienes a alguien en el hospital por covid o cualquier otra enfermedad. Si tienes a tus abuelos/padres en una residencia de la tercera edad y no puedes ir a verlos o lo que es peor abrazarlos. Si te has quedado sin trabajo por ERTE o demás causas. Si tienes a tus seres queridos o buenos amigos lejos o cerca pero no puedes verlos, quisiera decirte que siento mucho tu dolor.
Gracias por leerme.
Y Felices Fiestas